lunes, 21 de octubre de 2013

Soy un tonto y lo que he aprendido me ha hecho dos tontos

Siempre me ha atraído esa frase de Socrates, lo de sólo sé que no sé nada. Desde pequeñito me perturbaba mucho esa paradoja de que una persona que sintiera eso fuera sabio realmente y una persona que pensara saber muchas cosas, y seguramente las supiera, no supiera nada. Información y conocimiento, ese es en mi opinión el enclave paradigmático de nuestra época. Cada vez tenemos más información, sabemos cuanto va a llover, cual es la forma más barata de volar a cualquier parte del mundo, podemos tener acceso a la obra de cualquier artista en cualquier campo. Tenemos toda esa información a nuestra alcance y sin embargo, creo que cualquiera con sentido común vería que somos igual de tontos o de listos que antes. La verdadera inteligencia no tiene que ver con los datos, ni con las grandes abstracciones, sin duda que tienen su valor, pero más como compendio enciclopédico o filosófico, el conocimiento empieza allí donde se termina la información, donde la mente se para. Sí, desde que la mente se para, porque seguimos confundiendo racionalismo al modo cartesiano con sabiduría, y eso en nuestros días ha llegado en nuestros días a una perversión absoluta y es un error absolutamente ridículo e infantil. 
De un lado los que hinchan su mente de datos y de otro los que tratan de adormecerla inútilmente.
Pero como siempre una tercera posibilidad, la del camino de la meditación y del no yo.

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