lunes, 19 de marzo de 2012

Ser padre

Quizá esta sea una de las fiestas más justificadas del calendario español. Ser padre en el siglo XXI no es fácil. A mí desde luego me resulta mucho más sencillo ser hijo y quejarme de los errores que cometen los padres que ejercer como tal. Desde que soy padre casi no tengo tiempo para nada, a veces tengo que arañarlo de forma forzada y eso me genera ansiedad, a veces mi hijo no se echa la siesta o está insoportable y tengo que escuchar su llanto que pareciera interminable. Ser padre (y también claro, ser madre) no es nada fácil porque es políticamente incorrecto decir que hay momentos en que es un absoluto coñazo y supongo que más para mi generación que fuimos educados para el placer y la formación intelectual.


Ser padre es también tener una visión mucho más completa de la vida, hay cosas que sólo he podido aprender siéndolo, (del mismo modo en que uno sólo puede conocer sobre el amor enamorándose o sobre la muerte perdiendo a seres queridos). Yo he comenzado a entender porque la gente hace muchas veces lo que hace, porque funcionan mal tantas cosas o porque las personas tienen una fuerza que no se sabe de donde viene. Ser padre es entender que la vida es un ciclo y que la historia es un engaño porque es ese mismo ciclo repetido con circunstancias diferentes.


Lo más curioso de ser padre es que es una de las cosas más ambiguas que existe, porque además de todo lo que dije anteriormente, ser padre es también esa cosa maravillosa de la que habla el tópico, que a veces incluso se queda corto. Es conectar con nuestra niñez antes de que mordiéramos mil veces la manzana y estar en contacto con una persona tan especial que a veces nos impone un profundo respeto. Un ser desvalido y un ser poderoso. A veces, en la noche, miro como duerme mi niño, tiene los carrillos hinchados porque, orgullo de padre, come muy bien. Ahí está él y ahí estoy yo, y pienso que me basta con eso, velarle. Arroparle, acercarle el perrito para que lo abrace o ponerle el chupete que se le cayó, me basta con eso, y ese es otro de los misterios de ser padre, que sentir que mi papel en el mundo ahora mismo se resume en protegerle y hacer que sea lo más feliz posible, y ese sentimiento me llena de plenitud.

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